martes, 21 de diciembre de 2010

Un día inolvidable: el cáncer, batalla perdida

Nunca olvidaré el último día que vi a mi abuelo, que era el 18 de julio. Llegué con mi madre un día antes (17 de julio), por la noche, a Polonia. Tuvimos que esperar hasta el día siguiente (18 de julio) para ir a verle al hospital. Mi abuelo desde hace tres años, estaba enfermo de leucemia. Esos tres años, luchando por vivir,  con sus entradas y salidas a los hospitales. Los dos primeros años no estaba tan mal, pero el último año, su salud empeoró bastante. A principios de julio, los médicos dijeron a mi abuela que a mi abuelo no le quedaba mucho de vida. Era la fase terminal. Cuando llegué al hospital, vi a mi abuelo muy cambiado y deteriorado, casi no podía levantarse de la cama. Le noté la alegría al verme, pero casi no hablamos, porque mi abuelo no tenía suficientes fuerzas... Me quedé a su lado, intentando no llorar... Al día siguiente ya no pude ver a mi abuelo, junto a él se quedaron mi madre y mi abuela. Me quedé en casa de mi tía. Todavía tenía esperanza de verle, pero no pudo ser. El día 20 de julio (martes) por la mañana, mi tía recibió una llamada, mi abuelo se estaba muriendo, cinco minutos después recibió otra, estaba muerto. No supe como reaccionar, entonces recordé las últimas palabras de mi abuelo hacia mi:

No me digas adiós, nos volveremos a ver.


Todo terminó: su lucha, su calvario... Tenía 65 años. De lo que estoy seguro, es de que me quería, y que estaba orgulloso de mi, igual que yo de él...

Leucemia

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